28 de junio de 2012
Si
Jorge Basadre Grohmann resucitara se espantaría de tan solo ver el triste y
melodramático aspecto de una universidad que hoy lleva su nombre y cuyos
gobernantes han hecho de ella lo que él llamaba una “charca”.
Quizá
Basadre preferiría volver a la tumba al notar que la única universidad nacional
que hay Tacna, en la ciudad donde nació, esté en el peor retraso por culpa de
los “tres grandes enemigos de la promesa de vida peruana”: los podridos, los
congelados y los incendiados.
Sí,
los podridos, los congelados y los incendiados han hecho de la Universidad Nacional
Jorge Basadre Grohmann una charca, un páramo, una fogata, como decía el
historiador. Autoridades y hasta docentes han pugnado por años cuotas de poder,
rebajándose, denigrándose, dando ese sucio ejemplo a los estudiantes.
Hoy
la universidad luce el peor de sus escenarios. En los últimos cinco años ha
recibido 132 millones 817 mil soles, pero de ese presupuesto solo ha ejecutado
nada menos que el 11.8%. A todas luces se observa una incapacidad de gasto,
imperdonable en una universidad donde las carencias son las que sobran.
MENDIGANDO AULAS
Ingresar
a la universidad por la puerta de la avenida Cusco da pena. Lo primero que se
observa es la Facultad
de Ingeniería Civil, Arquitectura y Geotencia, cuyas obras de reconstrucción,
para las cuales se destinaron cerca de 3 millones de soles, están paralizadas
desde hace dos años. Sus más de mil 200 alumnos mendigan aulas en otras
facultades. Nadie ha hecho caso a sus quejas. El secretario académico de esta
facultad, Jorge Espinoza Molina, nos dice que el rector de la UNJBG , Miguel Larrea Céspedes,
ordenó recientemente que las obras se reinicien. Según Espinoza, en dos meses
ya estarían terminadas las labores del primer piso de la facultad y que algunos
alumnos podrán hacer clases allí. No sabemos si los estudiantes soportarán el
ruido de las maquinarias que serán utilizadas para la culminación de obras de
los otros dos pisos.
Al
momento, lo que observa alrededor de esa obra solo son clavos, maderas, ladrillos regados por el piso y unas esteras
que intentan cubrir lo intapable. “Hay materiales de construcción que ya no
sirven porque se han vencido. Es decir, se ha perdido dinero”, dice Toribio
Chambilla Durand, presidente de la Federación
Universitaria de Tacna (Funt).
¡CUIDADO, UN BALÓN DE GAS!
Si
algunos alumnos mendigan aulas, otros piden microscopios, guantes,
destiladores, reactivos, computadoras…y un sinfín de materiales de laboratorio.
Todo eso es lo que hace falta en la
Facultad de Ciencias, como también ambientes adecuados.
Para
ingresar, por ejemplo, al laboratorio de Micología y Virología hay que tener
mucho cuidado. Un paso en falso y podríamos hacer caer insumos y líquidos
químicos o, peor aún, haríamos explotar un balón de gas que inadecuadamente se
halla en este reducido ambiente, donde a diario ingresan veinte alumnos, pero que
solo tiene capacidad para cinco.
Todo
el ambiente de este laboratorio está en desorden y los objetos entremezclados.
Hay dos escobas y bolsas de basura cerca de una pequeña cocina. En la mesa de
práctica no hay espacio para nada, los alumnos no saben ni dónde poner sus
mochilas, algunas veces lo hacen en el piso. Llevan cursos de virología,
microbiología, industria de suelos, biotecnología, pero les hacen falta
microscopios, placas, reactivos y demás materiales de trabajo. “Tenemos insumos
que están vencidos, que ya tienen entre cinco a ocho años, lo que genera que
salgan errores en nuestro trabajos de investigación. Tenemos solo tres
autoclaves, que son equipos de esterilización para manejar materiales
contaminados por hongos y bacterias”, sostiene la alumna Magaly Flores Arratia,
consejera de la Facultad
de Ciencias.
Los
estudiantes nos cuentan que la universidad no les provee de guantes ni de
mascarillas, y si las quieren tienen que poner de sus bolsillos. En más de dos
ocasiones ha habido alumnos que han adquirido diarreas, gripes y otros
malestares por falta de materiales de seguridad.
“Realizamos
investigaciones sobre aislamiento de bacterias, trabajamos con hongos
dermatofitos (…), pero no tenemos los equipos suficientes para hacer más
cosas”, comenta Flores.
¿MUSEO O UNIVERSIDAD?
En
el laboratorio de química los profesores que ya pintan canas solo le ponen
buena cara al mal tiempo. “La verdad no sé si esto es laboratorio de química o
un museo”, nos dice un docente a modo de broma mientras nos enseña el ambiente.
Así, nos muestra por ejemplo unos hornos, una campana de gases, una balanza analítica, una bomba de vacío y
otros equipos que fueron adquiridos para el laboratorio de química en la época
de Juan Velasco Alvarado.
Cuando
le preguntamos si alguna de esas máquinas sirve nos dice que “no, ninguna, por
algo digo que esto es un museo”. Y cuando le consultamos cómo hacen los alumnos
para formarse profesionalmente, señala que “con lo que haya”. “Cuánto desearíamos tener equipo de
tecnología moderna, no pedimos los de última generación, pero al menos que nos
den algo moderno”, se queja.
MÁS CARENCIAS
En
la Escuela de
Minas también aprenden con lo que haya. Sus cuatro laboratorios (de mecánica de
suelos, mecánica de rocas, maquinaria minera y topografía), tienen múltiples
carencias. Hay equipos que ya no funcionan por falta de mantenimiento.
En
la Facultad
de Ingeniería Pesquera los servicios higiénicos de la primera planta están
colapsados. Es una realidad que se vive desde hace años, pero que ninguna
autoridad ha puesto interés en resarcir el problema. De otro lado, la Escuela de Comunicaciones
no cuenta con equipos de radio y televisión, pese al ingente presupuesto que
recibe la universidad.
En
vida, Basadre habló sobre la necesidad de contar con mentes y espíritus
modernos abiertos a la investigación. Los estudiantes basadrinos tienen ansias
de aprender y aportar a la sociedad con sus nuevos conocimientos, pero las
herramientas que brinda la universidad son insuficientes.
La
falta de bibliotecas virtuales y especializadas es una de las carencias que
aqueja a todos las facultades por igual. Ni la Biblioteca Central
está modernamente implementada. Por el contrario, detrás de ella hay chatarra
acumulada, maquinarias viejas que dan un pésimo aspecto.
“En
la universidad el problema siempre ha sido político, es por la cuota de poder.
En primera instancia el rectorado, el vicerrectorado y los docentes se pelean
por gobernar y cogobernar. Están despilfarrando el dinero en repintar la
universidad, pero no resuelven los problemas de fondo. Nos están generando
atraso”, asevera Toribio Chambilla.
No
deja de tener razón y sus palabras serían esperanzadoras para Basadre. Pues
para hacer un “país robusto”, señalaba el historiador, se necesita de una juventud
entusiasta “con capacidad de sentir un íntimo asco ante toda la falsificación
de valores”. Chambilla indica que pronto la Federación emitirá un
pronunciamiento sobre estos notables problemas y que tendrán como objetivo
poner su grano de arena en resolverlos.
Tienen
que hacerlo o seguirán en la misma charca. Él mismo lo reconoce: “Los
estudiantes somos la última cadena, nosotros somos los perjudicados. Nos
afectan de tres maneras. Primero, porque en nuestra formación profesional
tenemos trabas en el camino; segundo, cuando buscamos prácticas y no las
encontramos; y tercero, cuando salimos afuera y nos topamos con otra realidad.
Ya no podemos seguir en la mediocridad”.
En
dos ocasiones buscamos al rector Larrea, pero estuvo muy ocupado y no podía
atendernos. La primera vez fue el viernes 15 de junio, pero nos mandó a decir
que tenía que celebrar el Día del Padre con los trabajadores administrativos.
En la segunda ocasión, estaba muy atareado porque se estaba cambiando de
oficina. Esta última escusa nos dieron en Vicerrectorado.
DATO
El MIM precisó que la universidad Basadre es una de
las que mayor cantidad de presupuesto recibe a nivel nacional por concepto de
canon minero. El año pasado percibió 17.5 millones de soles.
buena informacion
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